Dragón en un escudo de la fachada de la Casa de la Villa. El más logrado de Madrid (Foto propia)
Juan López de Hoyos: “Siendo yo de pocos años, me acuerdo que el vulgo llamaba a esta puerta Puerta de la Culebra, por tener un dragón labrado bien hondo”.
Todas las ciudades cuentan con mitos y leyendas en torno a sus fundaciones, en un intento por buscar unos orígenes donde no los hay. Unos perduraron amparados en cierta verosimilitud y otros en cambio intentaron progresar en la imaginación de algunos hasta disiparse con el tiempo o con la intercesión de estudios que tumbaron lo insostenible. Con respecto a Madrid, hay acuerdo unánime en que su origen fue un modesto enclave musulmán del siglo IX, ubicado en el entorno del actual palacio real, cuya existencia acabó en 1083 con la entrada victoriosa de Alfonso VI de Castilla. Desde entonces, el nuevo Madrid medieval y cristiano se constituyó en torno a la Plaza de la Paja, donde acabaron edificándose los palacetes más señoriales, como los de Vargas y Lasso de Castilla, entre otros. La ciudad había crecido considerablemente y hubo que cercarla con una muralla en la que se abrieron varias puertas. Una de las más utilizadas por la gente acabó popularizándose como Puerta Cerrada, y estaba situada donde hoy se alza la gran cruz de la plazuela del mismo nombre, uno de los lugares más genuinos de la villa y corte.
Aquella puerta alcanzó fama inusitada entre todas las demás por los riesgos que entrañaba para los transeúntes que salían o que entraban por el viejo camino de Atocha. La mala fama de aquella puerta no fue por otra causa que por una mala construcción del pasadizo que superaba el foso entre recodos y altos muros, circunstancia que fue aprovechada por gente desalmada dispuesta a asaltar a quien osase pasar en los momentos de peor luz. Se hicieron varias reformas para darle solución, pero siempre insuficientes, por lo que el problema seguía igual, hasta que finalmente hubo de ser clausurada definitivamente. No hay acuerdo unánime en el origen del nombre: en si era por lo cerrado del paso de la puerta o porque la cerraron las autoridades.
El propio Juan López de Hoyos, vecino de la plaza donde estaba la puerta y hoy la cruz de demarcación de 1783, la había descrito así: “Era angosta y recta al principio, haciendo luego dos revueltas, de suerte que ni los que salían podían ver a los que entraban, ni éstos a los de fuera.”Gerónimo de la Quintana, decano de los cronistas de Madrid, dijo más o menos lo mismo: “Se llama Puerta Cerrada porque como era tan cerrada y tenía tantas revueltas, se escondía allí de noche gente facinerosa, que robaba y capeaba a los que entraban y salían por ella, sucediendo muchas desgracias con ocasión de un peligroso paso que había para acceder a la cava, que era muy honda, de suerte que nadie se atrevía a entrar o salir por ella ni aun de día, y por ello se cerró, estándolo durante algún tiempo, hasta que poblándose de la otra parte, se tornó a abrir para la comunicación del arrabal y de la Villa.”
La puerta era la más concurrida de Madrid, puesto que enlazaba con el camino de Atocha. Una vez traspasada y salvado el foso, los caminantes se dirigían por la actual calle de la Colegiata a la Plaza de Tirso de Molina, para continuar por la de la Magdalena hasta salir al ensanche de Antón Martín donde se fundía al camino principal que descendía de la Plaza Mayor a la Virgen de Atocha, es decir, la actual calle Atocha al Paseo del Prado.
Pero el estado de la puerta fue independiente de la imaginación de Juan López de Hoyos (1511-1583) el día que determinó escribir en sus crónicas urbanas que en la parte superior figuraba grabada una culebra, que incluso dibujó, y que algún tiempo después, pareciéndole insuficiente, convirtió en un dragón, siempre más atrayente para sus intereses. Aquel personaje, humanista y clérigo de la parroquia de San Andrés, profesor además de Miguel de Cervantes en la Casa del Estudio de la Villa, muy cerca de la calle Mayor, escribió: “Entre las antigüedades que evidentemente declaran la grandeza y fundación antigua de este pueblo, ha sido una la que en este mes de junio de 1569 años, por desembarazar la puerta Cerrada, derribaron, y estaba en lo más alto de la Puerta, en el lienzo de la muralla labrado en piedra berroqueña, un espantable y fiero dragón, el cual traían los griegos por armas y las usaban en sus banderas.” Tal fue su poder de convicción, acentuado por la credulidad e ignorancia de las autoridades municipales, que el dragón acabó dos siglos y medio después en el escudo oficial de la villa. Es decir, desde 1822 hasta 1967, juntamente con el oso y el madroño. Así se definió con toda pomposidad: "Dragón alado de oro en manteledura sobre campo azul y una corona cívica sobre campo de oro en la punta concedida por las Cortes de 27 de diciembre de 1822 formado de trenzado de guirnalda de hojas de roble y banda carmesí".
Otros personajes como Tirso de Molina y Lope de Vega se refirieron a la Puerta Cerrada, pero no a culebras ni dragones, por lo que hay que entender que desconocían las fabulaciones del clérigo de San Andrés.
“Como Madrid está sin cerca,
a todo gusto da entrada.
Nombre hay de Puerta Cerrada,
mas pásala quien se acerca”.
(Tirso de Molina)
“¿Cuál esuna puerta que, cerrada,
entran y salen, sin cuento,
cuantos quieren cada día?”
Responde la doncella Teodor:
“La misma que en ese pueblo
llaman Puerta Cerrada”
(Lope de Vega)
El dragón en el escudo oficial de Madrid
Escudo de Madrid en los Jardines de Sabatini (Foto propia)
Dragón del antiguo escudo de Madrid, en un lateral de La Fuentecilla de la calle Arganzuela (Foto propia)
El dragón en una puerta de El Retiro (Foto propia)
El dragón mayor de Madrid está en La Fuentecilla, calle Arganzuela (Foto propia)
Escudos antiguos de Madrid en la fachada de la Casa de la Villa (Foto propia)
Escudo en la Bolsa de Madrid (Foto propia)
Travesía del Reloj (Foto propia)
Entrada a la antigua Casa de Fieras del Retiro (Foto propia)
Casa de Socorro de la calle Navas de Tolosa (Foto propia)
Teatro Reina Victoria en Carrera de San Jerónimo (Foto propia)